Comer es un proceso que va más allá de obtener los nutrientes necesarios para tener energía… Es, asimismo, un proceso cultural y social. Y tal vez no sea ningún secreto para ti que, cuando comemos frente a otros, podemos alterar nuestras elecciones, lo cual puede tener un impacto a nivel nutricional… Pero, ¿qué han encontrado las investigaciones al respecto? ¿comemos más? ¿menos? ¿más saludable o menos saludable? Acompáñanos a encontrar estas respuestas y a observar los efectos que estas influencias tienen sobre nuestro comportamiento alimentario.
En 1990 un grupo de investigadores encontraron que cuando las personas comían en grupos, solían comer mucho más que cuando comían por sí solos. Esto provocó interés y se continuaron haciendo experimentos para observar los efectos de comer con más personas.
Tendemos a repetir las conductas de los otros, y esto no sólo aplica para la comida, sino para una variedad de actividades, pero se observó claramente durante un experimento en donde se estudió qué tanto comía un participante si comía junto a un actor al que se le pidió que comiera mucho y cuánto comía si el actor comía poco. Se observó que el participante imitaba el comportamiento del actor, comiendo mucho o poco según el actor lo hiciera.
Otro estudio pidió a un grupo de gente ver televisión juntos, mientras se les proporcionaron snacks, haciéndoles creer que se estudiaría el efecto del desayuno en el rendimiento cognitivo… Se observó que las personas que comían junto a individuos que comían mucho comían el doble que aquellos junto a individuos que comían poco.
Muchos estudios se han enfocado en la respuesta cuando se consumen snacks, pero cuando se ha estudiado la respuesta durante comidas principales, se ha observado que comer junto a alguien que come mucho o come poco provoca un efecto moderado o no provoca ningún efecto en la ingesta alimentaria del otro participante, por lo que se cree que los efectos son más fuertes cuando hablamos de snacks.
Pero, además de la cantidad que consumimos, ¿comer con otros puede influenciar los alimentos que elegimos? Parece ser que sí, pues estudios observaron que la elección de alimentos de una persona cambiaba si comía por sí solo, si comía con alguien que seleccionaba alimentos bajos en calorías (como verduras) o si comía con alguien que consumía alimentos altos en calorías. Más interesante aún, la composición corporal de sus acompañantes podía causar una alteración importante, pues en presencia de un acompañante delgado que comía mucho, los participantes aumentaban su ingesta en un 70 a 241%, mientras que si su acompañante, que también comía mucho, presentaba sobrepeso, la ingesta de los participantes aumentaba sólo en un 25 a 168%
¿Por qué creemos que esto sucede? Se ha propuesto que creemos que la comida que consume nuestro acompañante se considera como la cantidad de alimento adecuada, la cual no debe ser excedida, posiblemente por la existencia de estereotipos negativos sobre comer demasiado. Se cree también que es por esta razón que los snacks tienen una alteración mayor, pues cuando comemos snacks la cantidad es más incierta que cuando ingerimos las comidas principales, en donde tenemos una idea más clara sobre cuánto consumimos normalmente.
Incluso en situaciones fuera de los laboratorios, la influencia social que existe al comer es importante. En un experimento, por ejemplo, se observó que el número de chocolates que tomaban los visitantes en un comedor del trabajo aumentaba si habían envolturas vacías (una señal de que más personas estaban comiendo los chocolates) y disminuía si no había evidencia de que alguien más los había consumido. Al parecer, nos guiamos por estas normas sociales que, aunque no son estipuladas explícitamente, parecen existir.
Estas normas sociales pueden incluso promover una alimentación más saludable. En un estudio se le pidió a los participantes que calificaran unos posters… uno de ellos presentaba a algunos estudiantes disfrutando de frutas y de verduras, mientras que otros observaron posters sobre la Universidad de Birmingham que no tenían relación con la comida. Posteriormente, los participantes probaron ciertos snacks saludables (pepino y uvas) y otros no saludables (galletas y papas fritas) y calificaron su estado de ánimo. ¿El resultado? Los participantes que observaron el poster de los estudiantes comiendo frutas y verduras comieron más de los snacks saludables, pero sólo si reportaban que usualmente no los incluían en su dieta. Aquellos que reportaban consumirlos frecuentemente, no consumieron más, pero consumieron menos galletas y papas fritas.
La manera en que imitamos a otros, entonces, puede darse como una manera de pertenecer, de evitar el juicio y de seguir las normas sociales, dando lugar a una interesante conexión entre psicología y nutrición que podríamos utilizar, en un futuro, para promover una alimentación más nutritiva y saludable.
Bibliografía
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