La música nos encanta por una variedad de razones: nos pone de buen humor, hace las tareas más llevaderas, nos acompaña cuando estamos tristes, felices o enojados, transforma el ambiente de una fiesta. Es increíble porque, sin importar la ocasión, hay una canción para ello. Y, si eres como yo, la música es esencial para una buena sesión de entrenamiento. Sin embargo, ¿qué tan reales son los efectos de la música en el ejercicio? Sabemos que incluso existen actividades, como la zumba, que requieren de música para realizar el entrenamiento, pero ¿puede afectar el tipo de música en nuestro rendimiento deportivo? ¿depende del individuo? Veamos, según la ciencia, qué impacto tiene la música en nuestros entrenamientos.
La música durante el ejercicio puede usarse en un par de formas distintas: puede utilizarse como música de fondo para relajar el ambiente y hacerlo más placentero, por lo que el tempo no debería ser demasiado importante; puede ser utilizada con el fin de seguir el ritmo durante los ejercicios, puede usarse antes de algún evento deportivo para motivar, relajar o animar a los participantes y, por último, puede usarse tras el ejercicio, durante la fase de recuperación.
Según un modelo conceptual, la música tiene cuatro factores que determinan la motivación relacionada con una pieza de música: la respuesta rítmica, musicalidad, el impacto cultural y la asociación. La respuesta rítmica se relaciona, sobre todo, con el tempo. La musicalidad se refiere a la melodía y la harmonía de la pieza, el impacto cultural depende de qué tanta exposición se tenga a ciertas canciones, lo que se traduce en una mayor familiaridad y, por lo tanto, preferencia y, finalmente, la asociación se refiere a aquellas sensaciones o recuerdos que nos puede evocar alguna pieza musical. Parece que estos factores, en conjunto, podrían afectar la manera en que entrenamos, pero ¿qué sucede cuando pasamos de la teoría a la práctica? Veamos qué ha sucedido durante algunos experimentos que investigan el efecto de la música en el rendimiento deportivo:
- Un estudio del 2013 analizó a 30 mujeres de entre 18 y 25 años, a las que se les pidió caminar en una caminadora, 3 veces por semana y se les dividió en tres grupos: sin música (A), con música lenta (B) y con música rápida (C). Se observó que los grupos B y C tuvieron una mayor duración del ejercicio, especialmente el grupo C.
- Otro estudio similar, realizado en el 2017, estudió a 30 mujeres de entre 18 y 20 años, las cuales realizaron 4 sesiones de ejercicio. Estas sesiones se dividieron en sesiones sin música, con música lenta en un lenguaje familiar, con música rápida en un lenguaje familiar y con música rápida en un lenguaje extranjero. Midieron la distancia recorrida, la duración del ejercicio y la puntuación del esfuerzo percibido. Se observó que el rendimiento deportivo fue mejor en aquellos que escucharon música, que la duración y la distancia recorrida aumentó en aquellos con música rápida en comparación con la música lenta, y que no existía diferencia si la letra de la música era en algún lenguaje familiar o desconocido en cuanto a estos parámetros. Sin embargo, el esfuerzo percibido disminuyó en los entrenamientos con música en el lenguaje familiar si se comparaba con la música en algún lenguaje extranjero. Por último, se observó que la coordinación motora mejoraba si estaba en sincronía con el tempo de la música y que no se relacionaba con la letra de la canción.
- Otro estudio analizó los efectos del tempo y el volumen de la música durante el ejercicio. Se analizó a 30 voluntarios que hicieron 5 sesiones de 10 minutos de ejercicio en una caminadora. La música podía ser rápida/volumen alto, rápida/volumen bajo, lenta/volumen alto, lenta/volumen bajo o sin música. Se observó que la velocidad al correr y la frecuencia cardiaca mejoró en los grupos con música, al compararlos con los grupos sin música. No se encontraron diferencias en cuanto al esfuerzo percibido, pero se observó que la música rápida y con volumen alto resultó ser la opción para un óptimo ejercicio.
- Un estudio del 2009 con 14 hombres y 14 mujeres en una clase de indoor cycling observó que los sujetos reportaron mayor placer y menor cansancio al incorporar música en la clase, pero no se encontraron diferencias en la frecuencia cardiaca ni en las calorías quemadas.
Creo que es seguro decir que la música puede tener un impacto positivo y significativo en nuestro rendimiento deportivo, algo que podemos comprobar nosotros mismos. Así que ponte tus audífonos, selecciona tu canción favorita y ¡disfruta tu entrenamiento!
Bibliografía
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